Después de aguantarnos casi 40 minutos al bodriazo del Coelacanto, nos quisieron correr del salón con la excusa de acomodar unos asientos y butacas, pero resistimos los embates de esos pseudo organizadores, entre los que ví caras conocidas y no sabía que se dedicaban a dicha actividad.
Gracias a Dios, nos volvimos a ubicar en la fila 3, a unos 10 mts. del escenario. Muchisima gente, unas 400 personas si no me quedo corto.
A continuación llegó Pedro, solitario con su guitarra, y se mandó con “Lina de luto”, muy buen comienzo para un recital.
Lo raro de este concierto es que había sólo un músico con su guitarra frente a tantas personas. Las dos canciones que siguieron fueron la gloria para sus fans: “Tu amor”, de su repertorio junto a Charly García (canción reconocible ya desde los entrecortados rasgueos de guitarra del comienzo) y el romanticón (en el buen sentido) “A primera vista”, que casi se podría decir que es más conocida por la versión de Aznar que por la de su autor original, Chico César.
Después siguió “Fotos de Tokyo”, que en versión acústica me gusta mucho más que la versión original del álbum del mismo nombre.
Luego interpretó “A un gato”, un poema de Borges musicalizado por Aznar en 1999, en ocasión del centenario del escritor argentino, pero debo decir que, de ese proyecto de musicalización de poemas, yo hubiese preferido que tocase algo como “Buenos Aires” (nadie puede contra la frase “No nos une el amor sino el espanto, será por eso que la quiero tanto”).
El tema siguiente fue “Después de todo el tiempo”, bello pero un poco largo para mi gusto.
Luego una sorpresa en el repertorio: Amelia, de la gran Joni Mitchell. Esto fue grandioso para mí porque estoy re-descubriendo la música de Joni Mitchell y ese tema en especial, que tiene una de las líneas de bajo más acogedoras que se hayan creado, pero no estoy muy seguro de que al público en general le haya fascinado este tema (la Mitchell no es muy “masiva” en la Argentina).
Pedro le rindió homenaje al fallecido baterista Oscar Moro (compañero suyo desde los tiempos de Serú Girán) interpretando un tema de Los Gatos (banda primigenia argentina donde también tocó Moro) que, según dijo, fue uno de los primeros rocks en castellano que escuchó en su vida: “El rey lloró”.
Entonces Pedro anunció una seguidilla de seis temas que formarán parte de su próximo disco, todos covers de canciones que él ama y que le “enseñaron” sobre el arte de escribir canciones.
A continuación se escuchó una intro de guitarra que hizo aplaudir a todos los que la reconocieron, y los que no lo hicieron al instante sí aplaudieron cuando se escuchó el primer verso y resultó evidente qué canción era: “I was dreaming of the past…”.
Sí, era “Jealous guy”, el enésimo cover de John Lennon que hace Aznar.
Y después de un tema de un ex beatle, ¿qué podía sonar? Efectivamente, un tema de los Rolling Stones.
Otra intro de guitarra inconfundible y otra canción romanticona en el mejor sentido: “Angie”. Después vino una en castellano: “Credulidad”, de Pescado Rabioso (indudablemente el mejor momento de la tarde).
Luego Pedro volvió al inglés para un tema de otro fallecido ex beatle: la gloriosa “Isn’t it a pity” de George Harrison, versionada en castellano. La seguidilla de covers de su próximo álbum finalizó con la cereza que faltaba: “Confesiones de invierno” de Sui Géneris.
Tomó su bajo eléctrico e hizo “Amor de juventud” del disco Mudras, canciones de a dos y luego otra de las sorpresas de la tarde: “Yo tengo tantos hermanos” de Atahualpa Yupanqui.
Luego, Aznar pasó al destornillador, y no, por enésima vez, no me refiero a la bebida, sino a la herramienta, que utiliza para tocar el bajo en “Muñequitos de papel”, un tema sombrío que le da pie para exhibir su maestría habitual en ese instrumento.
Al terminar, Pedro se fue del escenario y, para los primeros bises, se mandó con uno de los temas que escribió dentro de Serú Girán: “A cada hombre, a cada mujer”, que suele usar para terminar sus shows. Efectivamente, Pedro se fue, pero regresó para el último bis, otro cover de John Lennon que sería la última de las 20 canciones de la noche: “Love is real”.
Algún malintencionado podría acusar a Aznar de complaciente con su público, ya que los covers que eligió son fácilmente reconocibles y “masivos”, pero, como él mismo dijo, son las canciones con las que creció, las que siempre quiso tocar. De todos modos, lo que hace este repertorio de covers es confirmar que la relevancia de Pedro Aznar no es la que tiene como compositor, sino como instrumentista y cantante (su increíble y elástica voz es uno de los secretos a voces de la música argentina).
Esto no quiere decir que no haya escrito buenas canciones, pero, dentro del total de su obra como solista, las composiciones propias ocupan bastante menos de la mitad, sobre todo desde que en los últimos años sacó álbums casi íntegramente dedicados al folclore argentino y a la música brasilera.
Pero, más allá de si interpreta temas propios o ajenos, nada de eso habla de su calidad como prodigador de emociones: en eso, que es lo que realmente importa, es un grande.
Bueno, hasta acá el recital, facturas de Nuria y mates después, te debo las fotos y el audio porque me voy a ver Sicko, porque son las casi las dos de la matina y aún no le envié a Cin la foto de la hamaca.